Defender los Defensores de Derechos Humanos
“Se trata de un comercio de la muerte para las empresas que ponen estas tecnologías en manos de dictadores.” – Saeid Pourheydar, periodista de la oposición iraní torturado en la cárcel de Evin.
Con demasiada frecuencia las autoridades de países no democráticos intentan silenciar las voces de los defensores de los derechos humanos, sancionar sus actividades y asustarlos, utilizando armas y tecnologías de los países democráticos occidentales. En lugar de proteger el papel sano que desempeñan en la promoción y protección de los derechos humanos, las agencias estatales pueden etiquetar a estos individuos como traidores subversivos con graves consecuencias para sus vidas y trabajos.
Las revelaciones de WikiLeaks y Edward Snowden han ilustrado la medida en que ciertas tecnologías son capaces de espiar a los móviles y dispositivos conectados a Internet a escala global, indicando nombres de empresas y países que participan en esta industria de vigilancia masiva por el valor anual de más de 5 mil millones de dólares, y que ha tenido un auge en 2001 a raíz de los ataques a las dos Torres de Nueva York. Esto incluye empresas que venden productos que pueden ofrecer al usuario final un control remoto en el equipo, al igual que los piratas informáticos, lo que permite interceptar las comunicaciones de masas.
La vigilancia masiva no tiene proporciones claras, lo que significa que estas tecnologías pueden dar lugar a la violación de los derechos humanos, especialmente el derecho a la privacidad y la libertad de expresión. Ataques de malware (software malintencionado) son un problema creciente para los grupos de los defensores de derechos humanos, que pueden ser especialmente vulnerables debido a los limitados recursos o la falta de conciencia de seguridad. Los que saben que podrian ser sujetos a ataques, deben ser cautos al utilizar el correo electrónico, Skype u otros sistemas de comunicación. En particular, en los correos electrónicos deben tener cuidado con los enlaces y archivos adjuntos, incluso si se trata de amigos.
Para mantener un alto nivel de seguridad es crucial que los activistas y disidentes usen especiales precauciones relacionadas con el tratamiento de datos sensibles, la navegación anónima en la web y la capacidad de eliminar permanentemente los datos. Un software libre que puede cifrar los datos se denomina TrueCrypt. Para la navegación anónima se puede usar Tor, de esta manera es posible eludir bloques para la navegación y utilizar funciones de servicio ocultos para crear blogs anónimos o sistemas de gestión de fuentes confidenciales. También la supresión definitiva de un archivo puede ser vital para un disidente, un software libre llamado Eraser puede borrar archivos correctamente.
Debido a la naturaleza secreta y confidencial de sus actividades, las empresas del sector de la seguridad privada han ganado una sensación de impunidad. Los productos de estas empresas fueron encontrados en Bahrein, Libia y Etiopía, entre otros países, y se han utilizado para combatir activistas que apoyan la democracia, periodistas y activistas que hacen oposición política. Cuando los ciudadanos destituyeron a las dictaduras en Egipto y Libia, encontraron habitaciones debidamente equipadas para controlar sus actividades en internet y a través del teléfono, donde había dispositivos de diversas compañías extranjeras: los británicos de Gamma International, los franceses Amesys, VASTech de Sudáfrica y la china ZTE Corp.
Privacy International, una ONG que lucha por el derecho a la privacidad, ha creado una base de datos de libre acceso, que enumera 338 empresas con sede en países occidentales que venden tecnologías de vigilancia a países con regímenes represivos que tienen la intención de utilizarlo como instrumento de control político. Matthew Rice de Privacy International, explica que las empresas de vigilancia realizan la comercialización y venta de las más poderosas, peligrosas e invasivas tecnologías de vigilancia en el mundo, manteniendo relaciones con los regímenes represivos a los que han vendido sus productos. De la base de datos de Privacy International se pueden observar por lo menos 5 empresas en Milán directamente involucradas en la venta de servicios de vigilancia a gobiernos autoritarios: el RCS de Milán; Digint de Garbagnate Milanese, Spektra de Busto Arsizio; Area de Vozzola Ticino y Hacking Team de Milán.
Hacking Team de via della Moscova (Milán) declara en su sitio web que “no vendemos a las naciones en la lista negra de Estados Unidos, OTAN, UE”, pero “sólo a las agencias gubernamentales” con el fin de “luchar contra el crimen en 6 continentes.” Estas declaraciones están en marcado contraste con un estudio realizado en 2013 por la ONG Citizen Lab, que demuestra que Mamfakinch.com, blog de activistas disidentes marroquíes, y Ahmed Mansoor, activista de derechos humanos con sede en los Emiratos Árabes Unidos, han sido víctimas del sistema de vigilancia comercial vendido por Hacking Team.
La empresa Area, en cambio, estaba colocando un sistema de vigilancia en Siria por el importe de $ 13 millones, pero afortunadamente, después del comienzo de la Primavera Árabe, una encuesta de Bloomberg mostró los detalles del proyecto obligando Area a cambiar sus planes. No deberíamos sorprendernos de que las empresas italianas negocian con Siria dado que Italia es el país europeo que vende más equipamiento militar al Presidente siriano Bashar al-Assad, que los utiliza contra civiles y rebeldes.
La Unión Europea y sus miembros recibieron el Premio Nobel de la Paz en 2012 por “el progreso en la paz y la reconciliación” y por asegurar “la democracia y los derechos humanos.” Europa no puede hacer el doble juego de comportarse bien dentro y mal afuera. Cada empresa o país que vende tecnologías de vigilancia a regímenes no democráticos es cómplice de los crímenes de lesa humanidad. Su contribución a la violación de los derechos humanos ya no puede ser tolerada. En todo el mundo las empresas deben respetar los derechos humanos, incluidas las del sector de tecnología.
El mercado de las tecnologías de vigilancia es cada vez mayor, por lo que es necesario actualizar las normas para la exportación de estas poderosas herramientas de vigilancia electrónica. Las empresa italianas que venden tecnologías de vigilancia deben ser sujetas a las mismas leyes que rigen las empresas que exportan armas, es decir, la prohibición de la venta en países en conflicto, que violan los derechos humanos o que se definen “países pobres muy endeudados.” Internet es una gran oportunidad de nuestro siglo, ha dado nuevas oportunidades a todo el mundo. Es normal que algunas personas y empresas traten de ganar dinero a través de Internet, pero es intolerable que esto ocurra a daño de otras vidas humanas.
Flaviano Tarducci 20/02/2014
Publicado en Segnali di fumo – revista para los Derechos Humanos www.sdfamnesty.org